En uno de los viajes de San Francisco durante su periodo en Asia se dirigió a las islas Molucas. Durante este trayecto en barco a los navegantes les sorprendió una gran tormenta en medio del mar de China. Las enormes olas movían el navío de un lado a otro bruscamente y todos asustados pidieron a San Francsico que rezara para que la tormenta amainase.

 San Francisco se situó en la parte delantera del barco junto a su crucifijo con tan mala suerte que debido a la violencia de las olas la cuerda de la cruz se rasgó cayendo al mar.

Tras esto la tormenta paró y todos los tripulantes agradecieron a San Francisco, pero este estaba triste por la pérdida de su crucifijo.

Finalmente llegaron a una de las islas y San Francisco fue a dar un paseo por la costa. Durante el paseo vio como un cangrejo salía del agua con algo entre sus pinzas y este se acercó. Al llegar vio que era el crucifijo que había perdido durante la tempestad.